Equipo ContigoPsi
Publicado el
04 de agosto de 2025
La dispraxia, también conocida como trastorno del desarrollo de la coordinación, es una condición neurológica que afecta la planificación de movimientos y la coordinación física. A menudo, se confunde con torpeza, pero es mucho más compleja. Los individuos con dispraxia pueden tener dificultades para llevar a cabo tareas cotidianas que requieren coordinación, como atarse los cordones de los zapatos o escribir a mano.
Es fundamental entender que la dispraxia no está relacionada con la inteligencia. Las personas con este trastorno pueden tener un coeficiente intelectual promedio o superior al promedio, pero experimentan desafíos significativos en la realización de actividades que requieren habilidades motoras finas o gruesas. La conciencia sobre esta condición ha aumentado en los últimos años, pero sigue siendo un tema poco comprendido.
La dispraxia puede manifestarse de diferentes maneras y en diversos grados de severidad. Aunque a menudo se diagnostica en la infancia, también puede continuar afectando a las personas en la adolescencia y en la adultez. Identificar y comprender este trastorno es importante para proporcionar el apoyo adecuado a quienes lo padecen.
Los síntomas de la dispraxia pueden variar mucho de una persona a otra, pero existen algunos signos comunes.
Uno de los síntomas más característicos de la dispraxia son los problemas con la coordinación motora, tanto fina como gruesa. Esto incluye:
Estas dificultades no se deben a una falta de fuerza muscular ni a una lesión neurológica, sino a problemas en la planificación y ejecución del movimiento.
En el ámbito escolar, los síntomas pueden interferir significativamente en el aprendizaje:
Estas dificultades pueden derivar en baja autoestima, frustración o falta de motivación, especialmente si no se entiende la causa subyacente.
La dispraxia también puede tener un componente verbal y social. En algunos casos, se presenta dispraxia verbal, lo que implica dificultades para coordinar los movimientos necesarios para articular sonidos y palabras. Esto puede provocar:
Además, muchas personas con dispraxia tienen problemas para interpretar señales sociales no verbales (como gestos, posturas o expresiones faciales), lo que puede afectar su capacidad para relacionarse con los demás y generar aislamiento, ansiedad social o retraimiento.
Como consecuencia de las dificultades cotidianas, las personas con dispraxia pueden experimentar:
Aunque la dispraxia no desaparece, los síntomas pueden modificarse con el tiempo. En la adolescencia y edad adulta, puede observarse:
Reconocer estos síntomas a tiempo es esencial para facilitar un diagnóstico temprano y diseñar estrategias de intervención adecuadas.
Las causas exactas de la dispraxia no se conocen completamente, pero se cree que están relacionadas con diferencias en el desarrollo del cerebro. La investigación sugiere que puede haber un componente genético, ya que la dispraxia tiende a ocurrir en familias. Sin embargo, no se ha identificado un gen específico responsable de la condición.
Factores ambientales durante el embarazo y el parto también pueden contribuir al desarrollo de la dispraxia. Complicaciones como el parto prematuro o el bajo peso al nacer se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar este trastorno. Además, la exposición a toxinas o infecciones durante el embarazo puede influir en el desarrollo neurológico del feto.
Es importante destacar que la dispraxia no es causada por negligencia o falta de entrenamiento. Es un trastorno neurodivergente que requiere comprensión y apoyo adecuados. Al investigar y comprender mejor las causas de la dispraxia, se espera que en el futuro se puedan desarrollar intervenciones más efectivas para apoyar a quienes la padecen.
Existen varios tipos de dispraxia, cada uno con características y síntomas específicos. Los más comunes incluyen la dispraxia verbal, motora y oromotora. Cada tipo afecta diferentes áreas del funcionamiento, lo que puede influir en el tipo de apoyo y terapia que se requiere.
La dispraxia verbal, también conocida como apraxia del habla, afecta la capacidad de un individuo para coordinar los movimientos necesarios para hablar. Las personas con este tipo de dispraxia pueden saber lo que quieren decir, pero tienen dificultades para pronunciar palabras de manera clara y coherente. Esto puede llevar a frustración y malentendidos en la comunicación.
La dispraxia motora afecta la coordinación física y la ejecución de movimientos corporales. Los individuos pueden tener dificultades con actividades que requieren precisión, como escribir, recortar o abotonarse la ropa. Este tipo de dispraxia a menudo se diagnostica en la infancia, cuando se observan dificultades en actividades físicas y deportivas.
La dispraxia oromotora se refiere a problemas con los movimientos necesarios para comer, beber y controlar los músculos faciales. Esto puede incluir dificultades para masticar, tragar y realizar expresiones faciales. Este tipo de dispraxia puede interferir con la alimentación y la comunicación no verbal, afectando la calidad de vida.
El diagnóstico de la dispraxia puede ser un proceso complejo que involucra la evaluación de múltiples áreas del desarrollo. Los profesionales de la salud, como psicólogos , terapeutas ocupacionales y logopedas, suelen participar en la evaluación. Se utilizan una variedad de pruebas para evaluar las habilidades motoras, la coordinación y el lenguaje.
El diagnóstico temprano es crucial para proporcionar el apoyo adecuado y prevenir problemas adicionales. Aunque no existe una cura para la dispraxia, las intervenciones pueden mejorar significativamente las habilidades funcionales y la calidad de vida. Un diagnóstico correcto permite el desarrollo de un plan de tratamiento personalizado que aborde las necesidades específicas del individuo.
La participación de los padres y educadores en el proceso de diagnóstico es vital. Ellos pueden proporcionar información valiosa sobre el comportamiento y las habilidades del niño en diferentes entornos, lo que ayuda a los profesionales a realizar una evaluación completa. Con un diagnóstico adecuado, los individuos con dispraxia pueden recibir el apoyo necesario para superar los desafíos que enfrentan.
Aunque la dispraxia no tiene cura, varias terapias y tratamientos pueden ayudar a mejorar las habilidades motoras y la coordinación. La terapia ocupacional es una de las intervenciones más comunes y se centra en mejorar la capacidad del individuo para realizar actividades diarias. Los terapeutas ocupacionales trabajan con personas para desarrollar estrategias que faciliten la ejecución de tareas cotidianas.
La logopedia es otra terapia comúnmente utilizada, especialmente en casos de dispraxia verbal. Los logopedas ayudan a mejorar las habilidades de comunicación, trabajando en la pronunciación y el control del habla. Estas terapias son personalizadas y adaptadas a las necesidades específicas de cada individuo, lo que las hace altamente efectivas.
Además de la terapia ocupacional y la logopedia, las intervenciones educativas especializadas pueden ser beneficiosas. Los educadores pueden adaptar las estrategias de enseñanza para apoyar a los estudiantes con dispraxia, utilizando herramientas y técnicas que fomenten el aprendizaje efectivo. Es esencial que el tratamiento sea holístico, involucrando a profesionales de diversas disciplinas para abordar todas las áreas afectadas.
La apraxia y la dispraxia son términos que a menudo se confunden, pero es importante entender las diferencias entre ambos. La apraxia se refiere a la dificultad para llevar a cabo movimientos cuando se solicita, a pesar de tener las habilidades físicas y el deseo de realizarlos. Es una condición que afecta la planificación y ejecución de movimientos motores.
Por otro lado, la dispraxia es un trastorno del desarrollo que afecta la coordinación motora en general. Mientras que la apraxia puede ser adquirida debido a un daño cerebral, como un accidente cerebrovascular, la dispraxia es típicamente un trastorno del desarrollo presente desde la infancia. Ambos trastornos comparten similitudes, pero tienen diferentes causas y manifestaciones.
Comprender estas diferencias es crucial para el diagnóstico y tratamiento adecuados. Los especialistas deben ser capaces de distinguir entre ambos para desarrollar intervenciones efectivas que aborden las necesidades específicas del individuo. Tanto la apraxia como la dispraxia requieren enfoques terapéuticos personalizados para mejorar la calidad de vida de quienes los padecen.
La dispraxia y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) a menudo coexisten, lo que puede complicar el diagnóstico y tratamiento. Ambos trastornos pueden afectar negativamente el rendimiento académico y social, aunque de maneras diferentes. Mientras que la dispraxia afecta principalmente la coordinación y el movimiento, el TDAH se caracteriza por inatención, impulsividad e hiperactividad.
La coexistencia de estos trastornos puede aumentar la complejidad de los desafíos que enfrenta un individuo. Por ejemplo, un niño con dispraxia y TDAH puede tener dificultades para concentrarse en tareas que requieren habilidades motoras finas, lo que puede impactar negativamente su rendimiento escolar. Además, la inatención asociada con el TDAH puede exacerbar las dificultades de coordinación.
Es crucial que los profesionales de la salud y la educación tengan en cuenta la posible coexistencia de la dispraxia y el TDAH al desarrollar planes de tratamiento y estrategias de apoyo. Un enfoque integrado que aborde ambas condiciones puede mejorar significativamente los resultados para el individuo, proporcionando un entorno más comprensivo y adaptado a sus necesidades.
La dispraxia afecta a individuos de todas las edades, aunque los síntomas y desafíos pueden variar a lo largo del ciclo de vida. En la infancia, la dispraxia a menudo se manifiesta en dificultades para aprender habilidades motoras básicas, lo que puede afectar el rendimiento escolar y la participación en actividades recreativas. Los niños con dispraxia pueden requerir apoyo adicional en el aula para alcanzar su potencial académico.
Durante la adolescencia, los desafíos de la dispraxia pueden intensificarse debido a las demandas sociales y académicas. Los adolescentes pueden experimentar dificultades para seguir instrucciones complejas o participar en deportes de equipo, lo que puede afectar su autoestima y relaciones sociales. Es crucial proporcionar apoyo emocional y estrategias prácticas para ayudar a los adolescentes a navegar estos desafíos.
En la edad adulta, la dispraxia puede continuar afectando la vida cotidiana, aunque muchas personas desarrollan estrategias efectivas para manejar sus síntomas. Los adultos con dispraxia pueden enfrentar dificultades en el trabajo, especialmente en roles que requieren habilidades de organización y coordinación física. El apoyo continuo y las adaptaciones en el lugar de trabajo pueden ser esenciales para ayudar a los adultos a tener éxito en sus carreras profesionales.
Existen varias actividades y estrategias que pueden ayudar a mejorar las habilidades motoras y la coordinación en personas con dispraxia. Estas actividades deben ser adaptadas a las necesidades y habilidades específicas de cada individuo para maximizar su efectividad. Aquí presentamos algunas sugerencias:
Es importante trabajar con terapeutas ocupacionales y otros profesionales para desarrollar un programa de actividades que sea adecuado y efectivo para la persona con dispraxia. La participación regular en actividades adaptadas puede mejorar significativamente las habilidades motoras y la confianza en sí mismo.
El manejo de la dispraxia en el entorno educativo requiere un enfoque comprensivo y adaptativo. Los educadores deben estar informados sobre las características de la dispraxia y cómo puede afectar el aprendizaje y la participación en clase. Las adaptaciones en el aula pueden incluir el uso de tecnología asistiva, como teclados adaptados o software de reconocimiento de voz, para facilitar la escritura.
Además, los educadores pueden implementar técnicas de enseñanza diferenciada que se adapten a las necesidades individuales de los estudiantes con dispraxia. Esto puede incluir la provisión de materiales de aprendizaje visuales, instrucciones claras y la práctica repetida de habilidades motoras. Crear un ambiente de aprendizaje inclusivo y comprensivo es crucial para el éxito de los estudiantes con dispraxia.
La colaboración entre padres, educadores y terapeutas es esencial para desarrollar estrategias efectivas que apoyen el aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes con dispraxia. Al trabajar juntos, se pueden identificar y abordar las barreras al aprendizaje, promoviendo un entorno educativo donde todos los estudiantes puedan prosperar.
La dispraxia se considera un trastorno del desarrollo y, en muchos casos, puede clasificarse como una discapacidad. Esto se debe a que puede tener un impacto significativo en la capacidad de una persona para realizar actividades diarias y participar plenamente en la vida escolar y social. Sin embargo, es esencial recordar que cada individuo con dispraxia es único y puede experimentar el trastorno de manera diferente.
El reconocimiento de la dispraxia como una discapacidad puede ayudar a garantizar que las personas afectadas reciban el apoyo y las adaptaciones necesarios para tener éxito en la escuela y en el trabajo. Las leyes de educación y empleo en muchos países protegen los derechos de las personas con discapacidades, asegurando que tengan igualdad de oportunidades para participar en todas las áreas de la vida.
Es importante fomentar una comprensión y aceptación más amplia de la dispraxia como una discapacidad para que las personas afectadas puedan recibir el apoyo necesario para llevar una vida plena y satisfactoria. Con el apoyo adecuado, las personas con dispraxia pueden superar muchos de los desafíos que enfrentan y alcanzar su potencial completo.
Si sospechas que tú o alguien que conoces puede tener dispraxia, no dudes en buscar la ayuda de un especialista. Un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado pueden marcar una gran diferencia en la vida de una persona. No estás solo en este camino, y hay recursos disponibles para apoyar a quienes enfrentan el desafío de la dispraxia.
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