Equipo ContigoPsi
Publicado el
30 de mayo de 2025
Actualizado el
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La fagofobia representa un trastorno psicológico clasificado dentro de los trastornos de ansiedad que se caracteriza por un miedo irracional y persistente a tragar alimentos, líquidos e incluso la propia saliva. Este temor no se basa en una dificultad física real para deglutir, sino en un intenso miedo psicológico que puede desencadenar respuestas de ansiedad extrema ante el acto de comer.
Para quienes la padecen, cada comida puede convertirse en una experiencia angustiante. Las personas con fagofobia experimentan sensaciones de que su garganta se estrecha o se cierra completamente, impidiendo el paso normal de los alimentos. Esta percepción, aunque no tiene base física, genera un terror real que puede llevar a conductas de evitación extremas.
Aunque puedan parecer similares, es fundamental distinguir la fagofobia de otros trastornos relacionados:
Esta distinción es importante para el diagnóstico y tratamiento adecuados, ya que cada condición requiere un abordaje distinto. Sin embargo, los síntomas físicos de la fagofobia pueden confundirse con la odinofagia, donde el acto de tragar resulta doloroso.
La fagofobia puede tener consecuencias devastadoras en múltiples aspectos de la vida. En primer lugar, afecta directamente la alimentación, pudiendo provocar:
Por otra parte, el impacto social puede ser igualmente profundo, afectando diversos aspectos:
Actualmente, con los datos disponibles se sabe que la fagofobia afecta más a mujeres que a hombres, y se detecta un aumento de casos entre la población infantil. Sin embargo, la prevalencia exacta es difícil de determinar debido al desconocimiento generalizado sobre este trastorno.
La manifestación de la fagofobia se produce a través de un conjunto de síntomas tanto físicos como psicológicos que generan un círculo vicioso difícil de romper. Estas reacciones pueden aparecer incluso antes de la exposición al alimento, solo con imaginar el acto de comer o tragar.
Uno de los primeros síntomas físicos que experimenta una persona con fagofobia es la hiperactivación del sistema nervioso. Este estado de alerta provoca un incremento notable en la tasa cardíaca y respiratoria que puede ocurrir incluso antes de enfrentarse a la comida.
La tensión muscular constituye otro síntoma característico, afectando principalmente:
Este aumento de tensión, especialmente en la zona del cuello, tiene un efecto contraproducente: dificulta físicamente el acto de tragar. Como resultado, se crea un ciclo donde la ansiedad provoca tensión muscular, esta complica la deglución y, consecuentemente, aumenta aún más la ansiedad.
La sensación de ahogo constituye uno de los síntomas más angustiantes y frecuentes. Los pacientes describen una sensación opresiva en la garganta, como si esta se cerrara o hubiera un obstáculo impidiendo el paso de alimentos. Este síntoma puede ser tan intenso que algunos experimentan verdadera dificultad para respirar.
Además, no es raro que aparezcan otros síntomas físicos como mareos y vértigos, que aumentan la sensación de vulnerabilidad, sudoración excesiva principalmente en las manos, náuseas que pueden llegar a provocar vómitos, y en casos extremos, incluso desmayos.
Es importante señalar que estos síntomas no son imaginarios. Aunque la fagofobia tiene un origen psicológico, sus manifestaciones físicas son reales y pueden agravar el problema, ya que la glotis puede cerrarse parcialmente debido a la respiración agitada, dificultando efectivamente el paso de la comida.
El componente cognitivo de la fagofobia se caracteriza por pensamientos irracionales y creencias distorsionadas sobre el acto de tragar. Estos pensamientos suelen manifestarse como ideas obsesivas sobre posibles consecuencias fatales.
En el núcleo de estos pensamientos se encuentra el miedo extremo a atragantarse y asfixiarse. Las personas afectadas tienen constantes ideas como "me voy a atragantar", "se me va a ir por otro lado" o "voy a morir ahogado". Estos pensamientos catastróficos aparecen de manera automática y son difíciles de controlar racionalmente.
La ansiedad anticipatoria juega un papel fundamental, muchos pacientes pasan gran parte del día preocupados por la siguiente ocasión en que tendrán que comer, anticipando desgracias y experimentando altos niveles de ansiedad mucho antes de enfrentarse a la comida.
El origen de la fagofobia no suele ser aleatorio ni repentino. En cambio, este trastorno surge generalmente por una combinación de factores específicos que crean un terreno fértil para su desarrollo. Comprender estas causas resulta fundamental tanto para el diagnóstico como para establecer un tratamiento efectivo.
La fagofobia frecuentemente tiene su raíz en un episodio traumático relacionado con la deglución. Según estudios clínicos, aproximadamente un 39% de los pacientes con este trastorno habían experimentado previamente un episodio de atragantamiento. Sin embargo, resulta revelador que en el 43,9% de los casos no existía ningún antecedente de este tipo.
Estos eventos traumáticos pueden ocurrir durante la infancia, quedando profundamente grabados en la memoria emocional de la persona. El mecanismo es simple pero poderoso: después de experimentar una situación de atragantamiento, el recuerdo se activa cada vez que la persona intenta comer, desencadenando ansiedad y activando nuevamente la sensación física de ahogo.
Además, no siempre es necesario haber vivido personalmente el episodio. Presenciar un atragantamiento en otra persona, especialmente en alguien cercano, también puede desencadenar este miedo irracional. Incluso noticias sobre muertes por atragantamiento pueden inducir esta fobia, particularmente en personas con predisposición a la ansiedad.
El perfil psicológico juega un papel determinante en el desarrollo de la fagofobia. Las personas con ciertas características de personalidad presentan mayor vulnerabilidad:
Estos rasgos de personalidad generan por sí mismos niveles elevados de ansiedad. En momentos de estrés, estas personas pueden comenzar a prestar excesiva atención al acto de tragar, convirtiendo un proceso normalmente automático en algo consciente y, por tanto, percibido como peligroso.
Por otra parte, factores hereditarios y ambientales también contribuyen significativamente al desarrollo de este trastorno. Existe evidencia de una predisposición genética: personas con antecedentes familiares de trastornos de ansiedad o fobias tienen mayor probabilidad de desarrollar fagofobia.
El entorno familiar durante la infancia resulta igualmente crucial. La sobreprotección parental, especialmente frente a posibles peligros como atragantamientos, puede predisponer al niño a desarrollar miedos excesivos. Asimismo, crecer en un ambiente donde se enfatiza constantemente el riesgo al comer ("mastica bien, no te atragantes") puede sembrar la semilla de este trastorno.
En el caso específico de los niños, la fagofobia puede manifestarse como respuesta a dinámicas familiares disfuncionales o situaciones estresantes como cambios importantes en su entorno.
La TCC constituye el pilar fundamental del tratamiento para la fagofobia. Este enfoque terapéutico se centra en identificar y modificar los pensamientos irracionales vinculados al acto de tragar. El proceso incluye:
La duración media del tratamiento es de aproximadamente ocho o diez sesiones, aunque varía según cada caso individual.
Para manejar la ansiedad asociada a la fagofobia, las técnicas de relajación resultan fundamentalmente efectivas:
Estas prácticas ayudan a disminuir la tensión muscular que dificulta físicamente la deglución.
Cuando la fagofobia ha causado restricciones alimentarias severas, el trabajo interdisciplinario resulta esencial. El apoyo de un nutricionista puede:
Este enfoque coordinado entre psicólogos y especialistas en nutrición mejora significativamente los resultados del tratamiento.
Aunque la medicación no constituye el tratamiento principal, en algunos casos puede complementar la terapia psicológica:
Sin embargo, es importante destacar que estos fármacos deben ser prescritos y supervisados exclusivamente por especialistas en salud mental.
Afrontar la fagofobia desde casa requiere paciencia y un enfoque gradual. Aunque el tratamiento profesional es fundamental, existen estrategias cotidianas que pueden complementar la terapia y ayudar a recuperar una relación saludable con la comida.
El primer paso para superar gradualmente la fagofobia consiste en seleccionar alimentos que generen menos ansiedad. Los especialistas recomiendan empezar con opciones de textura suave que faciliten la deglución:
La clave está en masticar lentamente y tomar pequeños bocados, incrementando progresivamente la consistencia de los alimentos. Asimismo, utilizar agua para ayudar a tragar puede ser una solución práctica mientras se trabaja en la recuperación.
Las técnicas de relajación resultan esenciales para reducir la ansiedad asociada con la alimentación. Antes de cada comida, dedica unos minutos a:
Estas prácticas ayudan a preparar tanto al cuerpo como a la mente para el acto de comer, reduciendo la tensión muscular que dificulta la deglución.
A diferencia de lo que podría pensarse, las distracciones durante las comidas pueden ser contraproducentes para personas con fagofobia. Algunos terapeutas advierten que leer o ver televisión mientras se come puede convertirse en una compulsión y desencadenar un trastorno obsesivo. En cambio, es recomendable:
Compartir tus miedos con personas de confianza reduce significativamente la carga emocional asociada a la fagofobia. El entorno familiar juega un papel crucial en la recuperación:
Recuerda que cada pequeño avance cuenta, por lo que es importante ser paciente contigo mismo y celebrar cualquier progreso, por mínimo que parezca.
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